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Foto del escritorCindy Caraballo

La oración de ruego y súplica: una petición insistente.

Efesios 6:18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;


La Oración de ruego y súplica: es una oración que hacemos por los demás, o por una necesidad de forma insistente. La palabra súplica significa rogar, pedir con humildad y sumisión algo. El apóstol Pablo cuando habla de la armadura de Dios: nos insta a orar en todo momento, con toda oración de súplica en el Espíritu. Es decir, que nosotros como guerreros debemos tomar la herramienta de la oración para poder estar firmes en todo momento. En resumen, Pablo nos manda a orar con una actitud de humillación en el Espíritu constantemente por las demás personas.


En muchas ocasiones vemos en la biblia como las personas hacen este tipo de oración, por ejemplo: Abraham cuando ora por Sodoma. (Génesis 18:29). Entonces Abraham insistió en su petición: —¿Supongamos que hubiera solamente cuarenta? El Señor le contestó: —No la destruiré por causa de esos cuarenta. O cuando Ana pide un niño a Dios, ella toma una actitud de humillación a Dios. Al igual cuando las personas de Nínive se arrepintieron de su pecado, y oraron intensamente. (Jonás 3:8-9). Tanto el pueblo como los animales tienen que vestirse de luto y toda persona debe orar intensamente a Dios, apartarse de sus malos caminos y abandonar toda su violencia. ¡Quién sabe!, puede ser que todavía Dios cambie de parecer, contenga su ira feroz y no nos destruya».


También la palabra súplica hace referencia a un ruego, que se hace apelando a un tribunal, la biblia habla de una viuda que iba insistentemente delante de un juez a pedir justicia. Y dice la biblia que era tanta la insistencia de la viuda que el juez le concedió su petición. La oración de súplica es una oración que hacemos de manera constante, y que sale de nuestro insistente corazón.


(Lucas 18:1-8). También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. 3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? Esta parábola nos deja una enseñanza que todos debemos apreciar, Dios escucha nuestras oraciones, muchas veces creemos que Dios no está pendiente a nuestra petición, a nuestro ruego, pero aquí Jesús, dice que Dios nos ve cuando oramos día y noche por nuestros familiares, por nuestros amigos, Dios nos oye. Dios mira nuestras necesidades y está dispuesto a hacernos justicia. Si un juez injusto pudo hacerle justicia a una viuda, cuando más tu padre, que te ve día a día orando por esa petición no te la dará.


(Filipenses 4:6). Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Cuando nosotros aprendemos a orar insistentemente podemos estar confiados en que Dios tiene el control de nuestras vidas. Pablo nos dice que el afán no debe estar en nuestras vidas, sino que debemos tomar una actitud de oración de ruego y dar gracias a Dios creyendo en su fidelidad. (1 Timoteo 2:1). Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; Es decir, que la oración de súplica es la oración en la que nosotros podemos pedir por una necesidad de otras personas, con una actitud humillación delante de Dios.


Por otro lado, en el libro de 1 de Samuel 1:1-28. Se encuentra la historia de una mujer que la mayoría de nosotros conocemos y es el caso de Ana, era una de las esposas que el Elcana más amaba y era estéril. Dice la biblia que cada año Elcana le daba una porción de ofrenda a sus esposas e hijos para ir a adorar a Dios. Cada año Ana iba a ofrecer sacrificios a Dios, y así como Ana en muchas ocasiones hemos orado constantemente, pero eso no significa que recibiremos nuestra respuesta. Porque como dice Santiago 4:3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. Sabemos que la intención del corazón es muy importante para Dios, ya que es lo primero que él ve.


Ana oraba, ella se humillaba delante de Dios, pero su oración tuvo respuesta cuando ella entendió que debía orar para que la voluntad de Dios se cumpla, entonces, dejó de orar de manera equivocada. (1 Samuel 1: 9-11). Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová, ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza. El día que Ana entendió que por más ruegos que le hiciera a Dios, que no importaba las lágrimas que ella había derramado, su oración no iba a ser contestada hasta que dejara de orar de manera egoísta y conforme a sus deseos. Ese día Ana comió, ella empezó a orar de manera diferente y le pidió un hijo a Dios no para exhibirlo delante de las personas que la humillaban, sino para que Dios sea glorificado por medio la vida de este niño. Es más, fue tal su compromiso con Dios, que Ana dedicó ese niño a Dios. Y sabemos que cuando le damos lo primero a Dios, él siempre va a darnos más de lo que nosotros podamos darle a él. Ningún sacrificio que hagas para Dios será en vano, cuando pones la voluntad de Dios por encima de tus propios sentimientos. Y eso fue lo que hizo Ana.


La historia de Ana nos hace entender que muchas veces somos insistentes en la oración, pero pedimos de manera incorrecta, pero también podemos ver que las oraciones que van alineadas a la voluntad de Dios, serán respondidas. (1 Juan 5:14-15). Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y, si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho. Hoy te invito a orarle a Dios por esa petición que tanto anhelas, sabiendo cuál es la voluntad de Dios para tu vida, y te animo a darle gracias a Dios por esa petición, por ese milagro que solo él puede hacer. En esta hora cree que esa petición ya ha sido escuchada y confía en la fidelidad de Dios.


Para leer el devocional anterior.


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