Muchas veces me he sentido agotada, muchas veces me he quedado sin aliento, pero en cada uno de esos momentos donde las fuerzas se me agotan, he clamado a Dios, he esperado a Dios y de manera inesperada he sido alentada, he sido renovada.
(Isaías 40:30-31.) Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Como humanos experimentamos cansancio, experimentamos agotamiento, ya sea por el trabajo agotador que tenemos, o ya sea porque hemos estado haciendo muchas tareas al mismo tiempo... Pero así como nuestro cuerpo se cansa nuestro espíritu también se agota, y se cansa, pero en este día Dios nos da una promesa ¡Dios es nuestra fortaleza!
Recuerdo un pasaje en la biblia que ilustra lo que quiero explicarte. Elías, el profeta, después de enfrentar a 400 profetas de Baal, por una amenaza de Jezabel, se escondió. El valiente profeta que anteriormente había defendido el nombre de Dios y había derrotado a 400 hombres se atemorizó, se angustió. Elías había olvidado lo que hace un día había hecho con la fuerza de Dios, se menospreció y quiso morirse. No sé si las persecuciones, si los desiertos te han llevado a pesar, lo mejor es que mi vida termine, no aguanto un minuto más. Y como Elías podemos ser usados por Dios y a la vez, experimentar desanimo, depresión, ansiedad...
Pero dice la biblia que Dios en su misericordia envió a su ángel para fortalecer a Elías.
(1 Reyes 19:7-8) NVI. 7 El ángel del Señor regresó y, tocándolo, le dijo: «Levántate y come, porque te espera un largo viaje». 8 Elías se levantó, comió y bebió. Una vez fortalecido por aquella comida, viajó cuarenta días y cuarenta noches hasta que llegó a Horeb, el monte de Dios. Dos veces Elías fue alimentado por el ángel de Jehová, lo que le dio la fuerza suficiente para andar 40 días en el desierto hasta encontrarse con Dios. Es decir, que por más angustiada que este tu alma, por más cansado que puedas estar en lo físico, por más atribulado que estés, Dios envía a sus ángeles a fortalecernos. Nuestro Dios es compasivo, él es amoroso y nos fortalece en los días de cansancio, y en las noches de quebranto nos consuela.
En diversas ocasiones, he experimentado cansancio, y he recibido fortaleza, otras veces, he sentido desmayar y muchas veces, que he creído que no podía continuar he recibido consuelo de parte de Dios, de alguna manera Dios ha enviado personas específicas, incluso personas que no conocía para traer una palabra de aliento, una palabra de fortaleza a mi vida. Y sí nuestro Padre hace eso por nosotros, nosotros estamos preparados para dar a otros aquello que hemos recibido.
También hay otra historia en la biblia que me ilustra mucho el cuidado de Dios hacia nuestras vidas. Y es el caso de Agar, la sierva de Sara, de manera injusta es echada de casa, había servido toda su vida a Sara. Era una extranjera, era egipcia, y puede ser que hasta haya experimentado desprecio y rechazo por ser de otra nación. Así como ella muchos de ustedes se han encontrado, no sé si tú que hoy estás leyendo estas palabras te puedes identificar con ella.
Anteriormente Agar había huido de Sara porque no aguantaba lo mal que Sara la trataba, y su lugar de refugio fue ir a la fuente. (Génesis 16:7). Aunque ella huía de su proceso, Dios la mando devuelta a su señora y le dijo vive de manera sumisa. Es decir, que a veces, el fuego de la prueba nos hace huir al desierto, pero Dios, nos deja un poco más de tiempo, porque quiere preparar nuestro carácter.
En esta ocasión Agar no tenía otra opción, Abraham despidió a Agar de manera definitiva. (Génesis 21:14). Entonces Abraham se levantó muy de mañana, y tomó pan, y un odre de agua, y lo dio a Agar, poniéndolo sobre su hombro, y le entregó el muchacho, y la despidió. Y ella salió y anduvo errante por el desierto de Beerseba. Solo con Pan y Agua aunque para nosotros parece poco, fue lo que el ángel le dio a Elías para fortalecerlo. Ese era su único sustento, aparentemente para un largo camino por el desierto abrasador, y además de estar sola en el desierto, tenía un hijo que dependía de ella.
Pero ¿Cómo reaccionamos cuando se nos acaba el pan, cómo reaccionamos cuando se nos acaba el agua? En ese momento Agar pudo haberse quejado delante de Dios, y decir: ¡Señor, yo solo he hecho más que servir y así me pagan! Agar en un momento se echó a morir, así como Elías. Pero algo interesante aquí es que ella fue en dirección a la fuente. Agar, conocía a Dios, y sabía que sin importar lo desolada que se encontrará, sin importar que no tuviera casa, que no tuviera que comer, ella sabía dentro de sí que podía ir a Dios. Pues anteriormente Dios la había fortalecido.
Entonces, Agar estaba a punto de morir deshidratada por el desierto, se encontraba sin fuerzas, no sabemos cuantos días llevaba caminando intentando sobrevivir, y cuando llegó la desesperanza, en su momento más critico. Dios intervino a su favor. (Génesis 21:15-17). 15 Y le faltó el agua del odre, y echó al muchacho debajo de un arbusto, 16 y se fue y se sentó enfrente, a distancia de un tiro de arco; porque decía: No veré cuando el muchacho muera. Y cuando ella se sentó enfrente, el muchacho alzó su voz y lloró. 17 Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está.
Nueva vez, Dios mandó a su Ángel para brindar fortaleza y consuelo en medio de las debilidades de sus siervos. (Génesis 21:18-19). 18 Levántate, alza al muchacho, y sostenlo con tu mano, porque yo haré de él una gran nación. 19 Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua; y fue y llenó el odre de agua, y dio de beber al muchacho.
En este día Dios te abrirá los ojos, y te enseñará los pasos que debes dar, si no sabes como salir de ese desierto, de ese momento de angustia, clama a Dios, y él te abrirá los ojos. El pozo estaba ahí, pero Agar no lo veía, sus sentimientos la cegaban y su dolor la consumía. Pero Dios, le hizo ver, que no estaba sola, que no estaba desamparada. Dios tenía cuidado de ella y de su familia.
Como dice Isaías 40:28-31. Nuestro Dios es poderoso para crear donde no hay nada, él es eterno y su palabra creó el universo. Nuestro Dios no se cansa, no tiene debilidad alguna, su entendimiento no hay que lo alcance. En este día cree que Dios puede renovar tus fuerzas, puede alertar tu corazón y puede reafirmar tu espíritu, pues él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
Así que sin importar tu debilidad, confía en que Dios está dispuesto a levantarte, Dios te renovará las fuerzas, te dará aliento y te abrirá los ojos para que puedas ver la solución a tu situación. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
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