Proverbios 3:5-6.
Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar.
Cuando voy a realizar algún plan o proyecto, pienso en los pensamientos de Dios hacia mi vida, no dejo de repetirme, los planes de Dios son mejores que todo lo que tú hayas planeado y pensado. Es por esta razón que antes de apresurarme a hacer las cosas según mi parecer, tomo en cuenta la voluntad de Dios para mí.
Es difícil muchas veces detenerse y buscar la aprobación de Dios en nuestros quehaceres, porque son cosas que realizamos diariamente y damos por sentado que no tiene nada de malo hacer las cosas a nuestra manera. Y si, la verdad es que todos nosotros tenemos grandes ideas y las mejores intenciones al hacer las cosas, pero solo cuando nos detenemos a consultar la voluntad de Dios, esas cosas sencillas se vuelven extraordinariamente poderosas.
Quiero ilustrar este punto con una historia. Muchos conocemos al rey David por tener un corazón conforme al de Dios, porque era un adorador y músico y además era famoso porque siempre Dios le daba la victoria en todas sus batallas, entre otras cosas. Hoy podemos aprender una gran enseñanza del rey David y es que David cada vez que iba a tomar una decisión consultaba a Dios. Antes de David ser rey tomaba en cuenta a Dios, esto lo podemos ver en 1 Samuel 23, podemos ver cómo David en varias ocasiones consulta a Dios para saber si podía enfrentar a sus enemigos y vemos como Dios es fiel y escucha su oración y le dice lo que había de acontecer. Además, podemos ver cómo el Señor salva a David de las manos del rey Saúl.
Por otro lado, en 2 Samuel 5:17-25. Encontramos el relato de cómo Dios estableció a David como rey de Israel, y una vez que los filisteos se dieron cuenta de que David era rey, fueron a atacar y David consultó a Dios para saber si debía enfrentar a sus enemigos, y vemos como Dios le dice que la victoria estaba en sus manos. Y una vez que fueron derrotados, los filisteos volvieron a avanzar contra David, y desplegaron sus fuerzas en el valle de Refayin, así que David volvió a consultar al Señor. —No los ataques todavía —le respondió el Señor—; rodéalos hasta llegar a los árboles de bálsamo, y entonces atácalos por la retaguardia. Tan pronto como oigas un ruido como de pasos sobre las copas de los árboles, lánzate al ataque, pues eso quiere decir que el Señor va al frente de ti para derrotar al ejército filisteo. Así lo hizo David, tal como el Señor se lo había ordenado, y derrotó a los filisteos desde Gabaón hasta Guézer. Aquí nos damos cuenta de cuan importante debe ser la dirección de Dios para nuestras vidas. Aunque nosotros tengamos la capacidad, las herramientas para hacer las cosas, el plan de Dios está por encima de cualquier estrategia humana.
Entonces, lo que hacía que David fuera victorioso no era cuan fuerte era su ejército, ni la experiencia de sus soldados, sino la dirección y el favor de Dios para su vida. Y esto lo podemos ver en muchas otras historias, en el caso de Josué podemos ver como él oraba a Dios, confiaba y esperaba la respuesta de Dios, así como también en el caso de Gedeón lo que hizo que Israel obtuviera la victoria sobre los madianitas no fue el número de sus soldados, ya que iban en desventaja, lo que los hizo derrotar a todo un ejército fue obedecer la voz de Dios. Cuando nosotros confiamos en la voluntad de Dios por encima de nuestra propia voluntad, estoy segura de que cosas poderosas pueden acontecer a nuestro favor.
Ahora tú te preguntarás, sé que debo confiar en Dios, como lo hicieron estas personas de la biblia, pero ¿Cómo puedo yo aplicarlo a mi vida? Es sencillo, antes de tomar una decisión importante, ve en oración a tu Padre y cuéntale tu situación, reconoce que aunque en tus fuerzas lo puedes hacer, él te dará la dirección correcta. Antes de dirigirte a una persona, pídele a Dios que ponga las palabras correctas, y que traiga paz y amor en todo lo que vas a decir. Pídele a Dios, que dirija tus pensamientos y que los eleve al nivel de sus pensamientos.
Cuando pones a Dios en primer lugar, él se asegura de guiar tus pasos, de conducir tus pensamientos y hasta te promete la ayuda del Espíritu Santo para guiarte en todas las cosas.
Muchos de nosotros podríamos habernos evitado confrontaciones entre nuestros seres queridos si le hubiésemos pedido a Dios que dirija nuestras palabras. Muchos no tendríamos que estar en lugares que no queremos si le hubiésemos pedido a Dios que guiara nuestros pasos. Muchos tendríamos paz en nuestros corazones si nos hubiésemos llevado del consejo de Dios.
Cuando analizamos la vida del pueblo de Dios, vemos que cada vez que un rey llegaba al trono y seguía cada uno de los mandatos de Dios y obedecía su voz, el pueblo vivía en paz y la nación era prosperada, pero cuando un rey tomaba una posición contraria a la que Dios decía y se enaltecía vemos como venía destrucción, dolor, sequía y hambre sobre el pueblo y solo cuando se volvían a Dios y volvían a cumplir los planes y propósitos de Dios su vida cambiaba a mejor radicalmente. Que te quiero decir con esto, que todos, desde nuestros gobernantes, líderes, padres, hijos, hasta nosotros mismos, podemos escoger cómo queremos que sea nuestra vida. Podemos hacer nuestra voluntad y seguir nuestros designios o seguir los planes de Dios. Puedes confiar en ti mismo y hacer las cosas a tu manera y puede ser que te vaya bien, pero te puedo asegurar qué felices son las personas que ponen su confianza en Dios, porque así como a David, Dios les revelará todas las cosas, y no permitirá que sean avergonzados.
Todos tenemos la elección de ser conducidos por nuestro Padre celestial o pasar momentos dolorosos tratando de buscar nuestro propio camino como lo hizo el hijo pródigo, pero tengo una buena noticia, al final de la historia, cuando el hijo reconoció que tenía todo en la casa de su padre, volvió arrepentido y su padre lo perdonó, e hizo que se hiciera una fiesta en su honor. Y eso mismo puede pasar contigo, si has estado lejos de la voluntad de Dios, hoy puedes volver a restablecer tu relación con él, él te perdona y está dispuesto a aceptarte como su hijo. Así como David puedes ser victorioso en todas las cosas, solo debes confiar en Dios, presentar tus planes y dejar que él dirija tus pasos.
Recuerda:
Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, En cuyo corazón están tus caminos. Salmos 84:5.
Para leer el devocional anterior.
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