Vivir en el Espíritu.
- Cindy Caraballo
- 30 nov 2022
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 22 jul 2024
Bendiciones, hoy comenzamos una nueva serie: “Vivir en el Espíritu”. En esta primera sesión, exploraremos las cosas de las que debemos despojarnos y aquellas que debemos interiorizar en nuestras vidas para caminar en el Espíritu. “Acompáñanos” transformación y crecimiento espiritual.
Versículo del día:
Efesios 4:31-32. Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta. Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo.
Meta: Despojarnos de nuestra manera antigua de vivir y empezar a vivir una vida en el Espíritu.
Reflexiona.
Hoy nos centraremos en el libro de Efesios 4:30-32. Aquí el apóstol Pablo nos insta a vivir una vida en el Espíritu y a abandonar nuestra vieja naturaleza, dice que debemos empezar a vivir de forma que agrade a Dios y dejar de hacer las cosas que hacíamos cuando no teníamos el conocimiento de Dios.
El Espíritu Santo es una persona que tiene intelecto, emociones y voluntad, se puede contristar, entristecer, mentir, y apagar en nuestras vidas. Para vivir en el Espíritu tenemos que conocer aquello que no le agrada al Espíritu Santo de Dios, lo primero que dice Pablo es: No entristezcan al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven. Recuerden que él los identificó como suyos, y así les ha garantizado que serán salvos el día de la redención. Muchas veces el Espíritu Santo es contristado con nuestras acciones, conductas y actitudes que tomamos.
Hay personas que hoy en día están pasando por una condición espiritual y emocional que yo llamo enfermedades del alma. Son condiciones de nuestro corazón que afectan totalmente nuestro comportamiento y afectan a nuestra vida espiritual, pueden ser: el orgullo, la tristeza, la amargura, la ira, la mentira, etc. Estas enfermedades pasan muchas veces desapercibidas como condiciones emocionales, pero también son espíritus que se alojan en nuestra alma. Muchos de los deseos carnales, son manifestaciones de espíritus inmundos que están atacando las vidas de las personas tanto cristianas, como no cristianas. Por eso debemos tener cuidado, y no permitir que nuestro corazón se dañe, porque muchas veces estamos siendo atacados y no sabemos qué está pasando en nuestra vida, porque pasamos por alto lo que dice la palabra.
Líbrense de toda amargura.
Una de las cosas que entristece al Espíritu Santo es la amargura. La palabra amargura hace referencia al sentimiento duradero de frustración, resentimiento o tristeza, especialmente por haber sufrido una desilusión o una injusticia. Cuando en nuestro corazón hay amargura, lo reflejaremos por medio de palabras ofensivas, del rencor y de la tristeza. Cuando una persona está herida por más que intente disimularlo, no podrá hacerlo porque solo damos de lo que estamos llenos.

Hebreos 12:15. Cuídense unos a otros, para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos. La amargura es un sentimiento muy peligroso porque no solo te daña a ti por dentro, sino que eso crece, y se reproduce, es decir, contamina y envenena a otros, la amargura es como un veneno que daña a todo aquel que tiene cerca. Y por causa de ella podemos perder el favor de Dios en nuestras vidas.
Líbrense de toda furia, enojo y palabras ásperas.
Lo segundo que contrista al Espíritu Santo es la furia, el enojo y las palabras ásperas. La biblia ya nos habla, en versículos anteriores, que no debemos dejarnos dominar por el enojo, podemos airarnos, pero no pecar, porque le damos lugar al diablo. Es decir, la ira, y el enojo deben ser medidos, porque todo en exceso es malo.
Es normal, enojarse, molestarse, pero pasa a ser malo cuando pasa de una molestia a una agresividad incontrolable. La furia es un enojo violento que se manifiesta con gritos y gestos agitados. Muchas veces nosotros pensamos que eso es normal, que eso no es nada, pero cuando empezamos a gritar, a golpear cosas, a tirar cosas descontroladamente no es normal. Estas son acciones que no deberían estar en nuestras vidas.

Debemos aprender a despojarnos de toda gritería, y aprender a responder con tonos suaves, con palabras de amor y amabilidad. Cuando corriges a tus hijos: ¡relájate! Cuando están en una reunión de trabajo y te sientes despreciado e insultado: ¡cálmate! Cuando un conductor descuidado te cierra en la autopista: ¡tranquilízate! Cuando en el trabajo, en la escuela o la universidad un compañero es un poco grosero contigo: ¡sé amable!
Cuando dejamos que el enojo y la ira nos controlen, nosotros le estamos dando libertad al diablo a que de alguna u otra forma nos ponga en una situación en la que nosotros, con nuestras palabras, y acciones, estaremos pecando delante de Dios. Somos muy propensos a perder el control de nuestras palabras, y nuestras acciones, y en ocasiones terminamos hiriendo a los demás, sintiéndonos culpables con nosotros mismos, y entristeciendo a la persona del Espíritu Santo porque no hemos aprendido a tener dominio propio.
Líbrense de toda calumnias.
La palabra calumnia hace referencia a atribuir o imputar falsamente a una persona palabras, actos o intenciones, con el fin de causarle daño o de perjudicarle. Cuando nuestro corazón está dañado, nuestras actitudes y acciones nos llevarán a dañar a otros. Las calumnias tienen el objetivo de dañar o perjudicar a una persona. Imagínate cuantas personas han sido difamadas, han sido acusadas y han sido rechazadas, a causa de un mal comentario, de una palabra mal intencionada. Aunque no lo veamos las mentiras, las calumnias dañan a las personas, lo primero que pasa cuando una persona es acusada de algo que no cometió y no se le da la oportunidad de defenderse es que esa persona sintiente que contra ella sea cometido una injusticia, su corazón se llena de ira, y muchas veces viene la amargura y toma el control de esa vida. En muchas ocasiones, si no estamos agarrados a la palabra de Dios, podemos darle lugar a la venganza, porque queremos de una u otra forma demostrar que eso que se dice de nosotros no es verdad, y terminamos dañando a otros y hundiéndonos nosotros mismos.

Por eso, una vez más debemos comprender que todo lo que sale de nuestra boca tiene un efecto en las personas que nos escuchan y en nuestras propias vidas. Muchos matrimonios, muchas personas honestas, muchos hombres y mujeres de Dios han sido destruidos a causa de una calumnia, de un mal comentario, de una palabra mal dicha, influenciada con el fin de perjudicar, de herir y dañar su corazón. La palabra de Dios, dice, dice en Proverbios 12:15. El Señor detesta los labios mentirosos, pero se deleita en los que dicen la verdad. Debemos cuidarnos y alejarnos de toda calumnia, porque estaremos entristeciendo al Espíritu de Dios y alejándonos de Dios. Si has sido calumniado y acusado falsamente, te exhorto a que dejes esa situación o esa injusticia en manos de Dios, pues dice en Marcos 4:22. Que todo lo secreto tarde o temprano se descubrirá, y todo lo oculto saldrá a la luz y se dará a conocer a todos. No tratemos de pagar mal por mal, renunciemos a toda venganza, a toda justicia humana, porque Dios conoce nuestras vidas. La justicia de Dios siempre será mejor que la nuestra. El Señor es lento para enojarse y está lleno de amor inagotable y perdona toda clase de pecado y rebelión; pero no absuelve al culpable. Al final cada uno recibirá aquello que ha sembrado.
Líbrense de toda clase de mala conducta.
Por último, Pablo hace referencia a que debemos alejarnos de toda mala conducta, es decir, que abarca todo lo demás que sea ilícito o indebido para un hijo de Dios. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo. El Espíritu Santo nos dice que el perdón, la compasión y la bondad deben estar presentes en nuestras vidas para poder vivir en el Espíritu.

Recuerda. Todo lo que sea bueno, todo acto de bondad, de compasión debe estar interiorizado y presente en nuestro día a día. El perdón debe ser nuestra respuesta ante una situación desagradable, la compasión debe ser nuestra respuesta ante la situación difícil de los demás y la bondad debe estar presente en cada una de nuestras acciones.
Ora:
Señor, te pido perdón, si en este día te he contristado, ayúdame a vivir una vida que te agrade, ayúdame a vivir en el Espíritu y a comenzar a dejar todo mal comportamiento. Tú conoces con cada una de las cosas con las que batallo día a día, te pido que me ayudes a reconocer cuáles son mis áreas débiles para empezar a fortalecerlas.
Agradece
¿Por qué estás agradecido?
Gracias, Señor, por ayudarme a vivir según tu voluntad, gracias por corregirme y ayudarme a vivir la vida que te agrada.
Te invitamos a compartir y comentar sobre cómo has experimentado la bondad, la compasión y el perdón en tu vida. ¿Qué impacto han tenido en ti y en los demás? Comparte tus pensamientos y experiencias para inspirar y fortalecer a otros en su camino.
Para leer el devocional anterior.
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