Hace un tiempo estaba leyendo una reflexión en mi biblia y me sorprendió lo que decía acerca de Ana, que no había visto antes. Y hoy quiero compartirte acerca de como Ana tuvo un corazón correcto, a pesar de sus errores, Ana es un ejemplo de templanza y humildad.
¿Cuál es tu reacción cuándo eres mal interpretado, cuando eres juzgado injustamente? Cómo seres humanos tendemos mucho a malinterpretar las cosas que hacen los demás, nuestros sesgos, nuestros estereotipos hacen que encasillemos a las personas en categorías erróneas y hace que juzguemos en base a lo que ven nuestros ojos.
Las personas que son prontas para juzgar, son personas que han sido cegadas por su propio orgullo, cegadas por su propio pecado. Porque aquello que damos a los demás es lo que llevamos por dentro. Y sin pensarlo mucho dañamos a los demás con palabras que ligeramente sacamos de nuestro corazón.
En la biblia encontramos la historia de Ana una mujer que fue juzgada, que fue mal interpretada prontamente.
1Samuel 1:10-14. NVI.
10 Ana, con una profunda angustia, lloraba amargamente mientras oraba al Señor 11 e hizo el siguiente voto: «Oh Señor de los Ejércitos Celestiales, si miras mi dolor y contestas mi oración y me das un hijo, entonces te lo devolveré. Él será tuyo durante toda su vida, y como señal de que fue dedicado al Señor, nunca se le cortará el cabello».
Ana se encontraba en momento muy angustiante fue a la presencia del Señor y se humilló, derramó su corazón y no podía hacer más que mover sus labios, necesitaba una respuesta, necesitaba un milagro. Al igual que ella muchos hemos realizado oraciones incesantes, hemos derramado lágrimas ante el Señor hasta más no poder, hemos estado gimiendo con amargura de alma por una respuesta de Dios. Pero aunque muchos no entiendan, sigue clamando y encontrarás una respuesta de Dios, sigue buscando y encontrarás aquello que anhelas.
¿Cuál es tu reacción cuándo eres mal interpretado, cuando eres juzgado injustamente?
12 Mientras Ana oraba al Señor, Elí la observaba 13 y la veía mover los labios. Pero como no oía ningún sonido, pensó que estaba ebria. 14 —¿Tienes que venir borracha?—le reclamó—. ¡Abandona el vino. Cuando somos acusados falsamente, cuando somos mal interpretados solemos volvernos agresivos y nos llenamos de impotencia, y hablamos con necedad. Pero Ana es un ejemplo de como debemos actuar ante la crítica, aun en su momento más difícil, Ana fue humilde, fue ejemplo de una hija de Dios...
Por otro lado, el sacerdote Elí actuó apresuradamente, y habló de manera incorrecta. Elí, apresuradamente calificó a Ana como una mujer cualquiera, como una borracha. Y en las iglesias, aún entre acciones cotidianas es muy común la critica, los señalamientos hacia los demás, solo porque hemos percibido las cosas de manera diferente a lo que realmente es. Todo esto no hace más que traer derrota al pueblo de Dios, estás acciones traen dolor y vergüenza al pueblo de Dios. Por eso es muy importante tener en cuenta que no somos jueces para juzgar el estado de los demás, tu condición actual no determina tu provenir. Es por eso, que siempre debemos actuar en mansedumbre y templanza. Porque con la medida que tu midas a los demás serás medido.
15 —¡Oh no, señor!—respondió ella—. No he bebido vino ni nada más fuerte. Pero como estoy muy desanimada, derramaba ante el Señor lo que hay en mi corazón. 16 ¡No piense que soy una mujer perversa! Pues he estado orando debido a mi gran angustia y a mi profundo dolor. 1 Samuel 1:15-16. NVI. Ana no discutió con el sacerdote Elí, no se puso a la defensiva. Mas bien, le respondió con amabilidad. Ana le estaba dando una lección al sacerdote. Por eso es necesario cuidarnos del orgullo, oremos para que Dios limpie nuestros corazones. Muchos de los que sirven en los altares se envanecen y se hacen jueces, y solo ven los errores de los demás, pero no ven la condición de su corazón.
17 —En ese caso—le dijo Elí— ¡ve en paz! Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido. 18 —¡Oh, muchas gracias!—exclamó ella. Así que se fue, comenzó a comer de nuevo y ya no estuvo triste. 1Samuel 1:17-18. (NTV) Algo interesante en esta historia es que cuando Elí bendijo a Ana, ella entendió que Dios había escuchado su petición, ella se alegró en Jehová, algo que no podía hacer mientras hubiese amargura en su corazón. Y dice la biblia que Ana adoró a Jehová con su esposo y luego se fueron a casa. Ana ya no estuvo más triste, ella confió en la bendición del sacerdote Elí.
La historia de Ana se parece mucho a la nuestra. Esta historia me enseña cuanto necesitamos estar agarrados de la mano de Dios. Nuestro deber como lideres, como hermanos es ser de bendición, es velar y cuidar a aquellos que Dios nos ha entregado como familia.
Por otro lado, así como Ana muchos de nosotros hemos orado y no hemos tenido respuesta, hemos clamado y no hemos sido escuchados porque hemos estado con amargura en nuestro corazón, hemos estado haciendo las cosas mal. Muchos vamos delante de Dios con un corazón amargado y con un espíritu triste porque queremos ver realizado nuestros propios sueños y metas que si bien no son malas, pero no están dentro de la voluntad de Dios. No recibimos respuesta porque pedimos mal.
Cuando mi oración va dirigida con la intención de que Dios me de poder, favor para humillar, para avergonzar a otros, Dios no responde a mi oración, y podría hacer muchos sacrificios pero delante de Dios son sacrificios vanos, son actos vacíos porque mi corazón no es sincero, y mi intención está contaminada. Podría servir en todas partes pero sí de mi boca sale juicio para los demás, mi servicio no vale nada. Todo lo que hagas debes hacerlo con amor, hazlo con una actitud correcta. Colosenses 3:23-24. 23 (RVR1960) Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; 24 sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.
El corazón que Dios mira es aquel corazón que busca brindar amor a su prójimo, es aquel corazón que se preocupa por los demás, es una actitud humilde. 9 Llamarás y el Señor responderá; pedirás ayuda y él dirá: “¡Aquí estoy!”. »Si desechas el yugo de opresión, el dedo acusador y la lengua maliciosa, 10 si te dedicas a ayudar a los hambrientos y a saciar la necesidad del desvalido, entonces brillará tu luz en las tinieblas y como el mediodía será tu noche. Isaías 58:9-10. (NVI).
Hay oraciones que no son respondidas, hay sacrificios que no son tomados en cuenta por la condición de nuestro corazón. En este caso el pueblo de Dios, se encontraba haciendo ayuno, se encontraban orando en silicio y ceniza pero nada de esto era visto por Dios. Porque mientras ellos oraban oprimían a los demás, mientras ellos ayunaban acusaban a sus hermanos, y le ponían cargas a su prójimo. Dios les mostró a su pueblo lo que realmente había en su corazón. Y les dijo pero, si en vez de acusar, y subyugar con vuestras palabras, con vuestras acciones, te dedicaras a velar por el hambriento, si saciares la necesidad del abatido yo haré resplandecer sobre ti mi luz y el día mas oscuro será como un día lleno de luz.
En la biblia no registra la oración que Ana hacía mientras Penina la oprimía, porque Ana no oraba, iba a Silo y no comía, no alababa a Dios con libertad porque su alma estaba en angustia, porque estaba resentida. En cambio, el día que entendió que Dios no veía sus sacrificios, que Dios miraba su corazón contrito y humillado, Ana sé levantó, Ana se arregló, comió y bebió y se fue a Silo a buscar a Dios con una intención verdadera.
1 Samuel 1:9-10. (NTV). 9 Una vez, después de comer lo que fue ofrecido como sacrificio en Silo, Ana se levantó y fue a orar. El sacerdote Elí estaba sentado en su lugar de costumbre junto a la entrada del tabernáculo. 10 Ana, con una profunda angustia, lloraba amargamente mientras oraba al Señor. Ana se despojó de sus deseos y empezó a orar para que la voluntad de Dios se cumpliese en su vida. Antes Ana no podía ni siquiera adorar a Dios, ella solo veía lo que Penina le decía, solo veía que no podía tener hijos, veía que no era útil. Ana era abatida por medio de burlas, y después de muchos ataques contra su moral, contra su diseño como mujer, después de tanta vergüenza y humillación Ana decidió ir al lugar correcto con el corazón correcto.
Cuando Ana entendió que su milagro no dependía de sentirse bien consigo misma, Ana no se rindió a Dios. No fue hasta que entendió que un bebé no la hacía mejor persona que Penina, que ese milagro no la hacia más amada por su esposo, que ella se humilló en la presencia del Señor. Ana rindió su corazón a Dios y está vez clamó la voluntad de Dios en su vida.
Y como Ana tal vez, has sido humillada, has sido tomada en poco porque no eres o no haces lo que se espera de ti. Pero lo más importante aquí, es que la voluntad de Dios se cumpla en tu vida. Es que hagas aquello que Dios ha determinado para ti, ese es el éxito de todo hombre, de toda mujer. Así que como Ana no estés más triste, ya no ores conforme a tus deseos incorrectos, empieza a derramar un corazón sincero a Dios, porque él Señor, inclina su oído a los justos que claman a él día y noche.
Luego de este proceso que Dios le permitió vivir a Ana, ella pudo ver más allá de sus emociones y exaltó el nombre del Señor. Reconoció que su vida estaba en las manos de Dios, y aun en sus debilidades Dios se iba a glorificar.
1 Samuel 2:5-7 (NTV). 5 Los que estaban bien alimentados ahora tienen hambre, y los que se morían de hambre ahora están saciados. La mujer que no podía tener hijos ahora tiene siete, y la mujer con muchos hijos se consume. 6 El Señor da tanto la muerte como la vida; a unos baja a la tumba y a otros levanta. 7 El Señor hace a algunos pobres y a otros ricos; a unos derriba y a otros levanta. Ana alabó a Dios porque había quitado su vergüenza, Dios la había hecho entender, que él tiempo de Dios era perfecto. Ana entendió que su mayor deseo debía ser preocuparse por vivir en la voluntad de Dios. Dios la había honrado con un hijo que caminó rectamente delante de Dios.
Dios es soberano, él premia a los que son humildes, y avergüenza a los que soberbios. Dios prosperó a Ana y le dio más hijos.
En este día, espero que hayas entendido esta palabra. Dios mira las intenciones de nuestro corazón. Empecemos a escudriñar nuestro corazón y a quitar aquellas cosas que nos hacen alejarnos de Dios.
Leer entrada anterior
Amén, lo importante es enfocarnos en vivir y hacer la voluntad de Dios.